Juan Juan Almeida, en la Plaza y a Raúl Castro

Juan Juan Almeida, hijo del comandante de la revolución Juan Almeida Bosque, continúa luchando su permiso de salida de Cuba. Hoy, según reporta Wilfredo Cancio en El Nuevo Herald, se manifestó en la Plaza de la Revolución, la misma que espera al pacificador Juanes.

Almeida, recuérdese, padece una enfermedad degenerativa y fundamenta su solicitud, además de en la justa reclamación de un derecho, en la necesidad de recibir tratamiento médico en el extranjero. Ser hijo de comandante no le vale para abandonar la plataforma insular. Esos tipos que construyeron un régimen en el que no soportan vivir ni sus propios hijos, qué decir de los hijos de vecino, han topado con un tenaz buscador de la tarjeta blanca.

En las últimas semanas, antes de ir hoy a la plaza, Juan Juan Almeida ha continuado enviando cartas a Raúl Castro y los oficiales del MININT que «lo atienden».

Por cortesía suya, reproduzco aquí dos de ellas. Hace unos meses reproduje otras, una de ellas también dirigida a Castro II.

Además, hoy he tenido ocasión de echar un vistazo a Memorias de un guerrillero cubano desconocido, un libro de memorias de Juan Juan Almeida que saldrá a la venta en las próximas semanas publicado por Renacimiento, Sevilla. Por lo poco que he alcanzado a leer en día ajetreado, no carece de cierto interés. Al menos, apunta a tema que casi siempre atrae lectores: la descomposición de una elite despótica.

Carta a Raúl Castro

La Habana, 25 de julio de 2009

Raúl Castro Ruz.

Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros.

Republica de Cuba.

Señor General:

Hace sólo un par de días, mi suegra, la abuelita de mi hija, por quien mucho le pedí que me dejara viajar, murió de cáncer en Miami, La Florida. Y no pude enviar flores, y no pude leerle un cuento, y no pude entregarle un rosario que un buen amigo sacerdote me trajo desde ese lugar lejano al que llaman “Tierra Santa”. Pero tampoco pude estar junto al dolor de mi familia, y aunque mucho lo pedí, y disculpe usted si le soy reiterativo, tampoco puede consolar el llanto (sin comillas) de mi hija.

Nada de eso pude hacer porque usted me lo impidió.

“Tienes que venir ya, papá, te necesito…” Retumbó una y mil veces esa frase en mi cabeza y como usted comprenderá pensé escribir y ofenderlo. Pero el rencor hace mal a la salud, la rabia acaba con el hígado y la cólera me destroza el corazón. Entonces opté por contarle para que disfrute y ría el llanto de mi familia:

“Tienes que venir ya, papá, te necesito…”

Algunos amigos me han dicho que debería callar porque casos como este suceden con muchísima frecuencia entre La Habana y La Florida. Mas, yo no puedo, señor, no me puedo resignar. Pero deléitese usted que se dice familiar.

Y no se sienta ofendido porque en ninguna de las cartas que le escribí y publiqué perseguí ideales raros. Yo solo pedí, y de manera respetuosa, lo mismo que le pido ahora, poder visitar al doctor y estar junto a mi familia. Es muy fácil de entender pero usted me lo impidió.

Y si aun no le ha causado suficiente carcajada, se lo disparo otra vez al centro del corazón: “Tienes que venir ya, papá, te necesito…”

Señor, Padre, General, Presidente, hoy le estoy pidiendo AUXILIO, permita mi salida, por favor.

Juan Juan Almeida García.

Carta al Teniente Coronel Nacer, Villa Marista

La Habana, 10 de agosto de 2009

Teniente Coronel Nacer

Villa marista

Cuando mi suegra entró en fase Terminal de su enfermedad, por quien, además de por mi salud, mucho también le pedí al señor Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros que me permitiera viajar para al menos consolar el llanto de mi familia. Fui a la oficina de inmigración de municipio Plaza, intenté hablar con la jefa del lugar para pedirle una orientación porque el permiso de mi esposa se vence en octubre de este año y necesita prorrogarlo y pedir una excepción de pago porque el cáncer, además de ser mortal, es también costoso en todos los sentidos. Pero en inmigración no me pudieron atender y por esas casualidades de la vida, mi suegra falleció justo ese día. Pero no importa, o mejor dicho, al jefe no le importa, entonces con mas razones aun mi esposa necesita un prorroga exenta de pago porque la casa donde vivieron hasta el deceso de su madre era de su ex esposo y ya sabe usted como son las cosas mundanas que suceden en cualquier lugar del mundo.

Al día siguiente fui a Villa Marista, hablé con usted y amablemente sugirió que fuera nuevamente a inmigración. Regresé y fui atendido por la mayor jefa pero me asombró bastante el total desconocimiento de esta porque, a ciencia cierta, no sabía a dónde me tenía yo que dirigir. Finalmente me dijo que fuera a las oficinas de Havana Tuor o que le extendiera una reclamación por escrito a la oficina de intereses de Cuba en Estados Unidos.

Mi esposa Consuelo escribió una carta a dicha sede diplomática o consular de donde sí le contestaron con premura indicándole dirigirse al MINREX, específicamente al Departamento de atención a cubanos residentes en el exterior – cosa rara teniendo en cuenta que mi esposa radica en La Habana Cuba, y que está de viaje porque su madre enfermó de cáncer – pero allí me dirigí, hablé con una persona igualmente amable que me recibió una carta, me dijo que gestionarían el caso; pero antes de terminar acarició mis oídos con una breve información: ella lo tramitará, dijo, pero el caso en cuestión es competencia del DIE (lugar por donde empecé mis gestiones).

Como usted comprenderá, ahora no sé que hacer y ya casi estoy seguro de que ni me van a permitir salir al médico, ni estar un tiempo junto a mi familia, ni le van a prorrogar la estancia a mi esposa, y además, la van a declarar quedada, desertora, traidora, etc, etc, etc.

Pero ahora surge una pregunta y se las dejo por escrito para que quede constancia: Ante la fuerza visible y evidente del Alto Mando ¿tengo razones suficientes para salir ilegalmente del país o no? ¿Estoy cumpliendo sanción o un capricho poderoso? No olvide usted, por favor, que estoy pidiendo el permiso para una salida legal, “y humanitaria”, desde hace más de 5 años sin nadie me conteste.

Con estos truenos, y se lo digo por escrito, no voy a pisar mas un hospital de este país aunque me reviente de dolor y de uveítis. No es huelga ni valentía, es miedo y desconfianza.

Juan Juan Almeida García.

21/08/2009 0:48

 

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