Cuba en el espacio, con tamales

Hace unas semanas conversaba con alguien que se propone organizar un evento sobre Cuba en una ciudad del sur de España. Me pidió le sugiriera algunos nombres para cubrir varios temas y lo hice. Él traía algunos coincidentes, pero no así para un panel sobre «el futuro de Cuba». Para esa mesa, me dijo y casi me caigo de la silla, pensaba, entre otros, en Arnaldo Tamayo Méndez, el primer astronauta cubano.

Dediqué un cuarto de hora a disuadirlo de elección tan rotundamente absurda. Al final, mi interlocutor bromeó con que si todos somos concientes de que del futuro de Cuba nadie sabe ni jota ¿por qué no pedirle opinión al cubano que ha visto la isla desde mayor distancia?

Más tarde se me ocurrió que la idea de traer a Arnaldo Tamayo debió haber estado mal inspirada en la película Good Bye, Lenin, donde, lo recordarán, Sigmund Jähn, el primer astronauta de la RDA, es parte de la trama y se convierte, en la ficción de la ficción, en el presidente del cambio que conduce a la reunificación de Alemania. Encima, el primer astronauta cubano es guantanamero, provincia responsable de situar a Cuba en el imaginario melódico de Occidente con la Guantanamera, en el vórtice de los discursos de la posdemocracia, con GITMO y sus talibanes, y, en el cosmos, por el propio Tamayo.

Anoche me fui a la cama con la noticia de cubanoamericana que llegará tan lejos como el guantanamero que voló a las estrellas con Romanenko. Recordé el intercambio con mi amigo malagueño y sonreí pensando que pronto ya tendremos a las dos Cubas –la castrista y la exiliada– con experiencia de visión distante. Gracioso mano a mano: Tamayo Méndez, el «cosmonauta» cubano de la Guerra fría y Serena María Auñón –o Aunon–, llamada a ser la primera mujer cubana que sube al espacio. Ambos de orígenes humildes, ambos pasados por Rusia, ambos admirando la isla de Cuba recortada sobre el planeta azul.

Esta mañana me levanté con hambre voraz, me senté a desayunar serón y medio de calorías, repasé los periódicos y ahí me esperaba la entrevista a la astronauta cubano-americana en El Nuevo Herald. Y su evocación y vindicación de la «ropa vieja», una textura y un olor que la cubanizan decididamente (por si había dudas).

Ay, chico, ¡qué bueno se pondría el cosmos con ese aroma! ¿No será el tamal la llave que nos abra los secretos de Marte? ¿No será que la humanidad espera por las masas de puerco fritas y la yuca con mojo para volar más allá de Orión?

De contra:

Serena M. Aunon en entrevista para la NASA.

Decididamente, esta muchacha nos hará felices.

22/07/2009

 

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