Leo el buen artículo de Gerardo Arreola para La Jornada sobre, también, las cuitas de los empresarios extranjeros en Cuba. No les pagan a esos fieles servidores de la causa del capitalismo en la Cuba de los Castro. ¡Pobrecitos, oye! ¡Tan buenos ellos, tan dóciles, tan eficaces! ¡Esa panda de iluminados!
¿Se acuerdan de lo felices que se mostraron los empresarios españoles cuando Moratinos realizó aquel viaje a Cuba que inauguraba, creían, trasiego de euros a sus bolsillos? Ay, aquel Victor Moro feliz como unas Pascuas. Victor Moro, para el que no lo conozca, es al tráfico comercial de España hacia Cuba lo que Mauricio Vicent al tráfico de información de La Habana hacia Madrid.
A mí me encantan estos tipos de los que se puede decir cualquier cosa menos que no saben lo que quieren. Hay motivaciones que permiten distinguir a unos de otros, pero en esencia, están ahí para estar antes que otros. Los otros: los yumas. Están allí, en la Cuba de la OFICODA, para decir cuando alguien pida el último, ¡como si alguien fuera a preguntar!, que marcaron antes en la cola. Que llegaron primero.
Día tras día lloriquean por las sucursales de banco, las sedes de las empresas cubanas y los ministerios. «Nosotros estamos con ustedes», aseguran. «Ayudamos a burlar el bloqueo. Somos valientes, somos tenaces, ¡somos de los vuestros!», repiten. «Páguennos», imploran.
Y nada. Los norteamericanos, esos a quienes ellos pretenden adelantar en la ilusoria cola del porvenir, venden millones y los cobran en cash. En cachirulo. Y Alimport es la que decide a quién va el cash. Y va al norte, ¡cómo no?
Estos empresarios extranjeros que se han creído lo de la cola en el país de las colas no cobran porque hasta Malanga hizo la catequesis y sabe que los últimos serán los primeros. Amén.
Y que el cachirulo, cuando escaso, no va a los tintos de Rioja o la mallorquina sobrasada que Victor Moro ofrece para sus paisanos turistas, sino al pollo congelado llegado del norte resuelto y frutal. De allá, en inglés, a la carnicería llena de moscas, en asere.
Es lo que tiene Don Cachirulo: le urge el fast-food. Le urge por food, pero sobre todo por fast.