Me entretengo en repasar las biografías de numerosos personajes del siglo XX español. Redacto brevísimas notas biográficas para acompañar un libro. Explicarle al lector de hoy quién fue fulano o mengano en tres líneas, cuatro.
Las notas irán al pie de las páginas de un libro sobre la Guerra Civil española, de manera que me interesa situar rápidamente al lector en la posición de los personajes en torno a la República y la posguerra. Pero, ay, las vidas, como los arroyos de montaña, avanzan a saltos y siguiendo líneas curvas.
Un fulano que fue miembro del partido comunista español, acérrimo rojo, facilitador del dominio de las checas sobre la República y que, años después, rompe con el estalinismo, se asocia con Tito, denuncia el comunismo. ¿Qué haces con él? ¿Dónde pones el acento? O alguien que lucha por la República, marcha al exilio y retorna pocos años después y prosigue su vida acomodada bajo el franquismo. ¿Dónde va ahí la tilde? Escritores que fueron delatores bajo la República y bajo el franquismo, pero con obra literaria meritoria. Etc., etc. ¿Cómo se mete eso en tres líneas? ¿Qué se anota? ¿Qué se deja fuera?
Habrá editores dentro de 20, 30, 50 años que tendrá que lidiar con similar ejercicio aplicado a la clase política y la clase letrada de la Cuba revolucionaria y la poscastrista. Tendrán que lidiar con hiperrevolucionarios que después se exiliaron o se encaramaron a la ola de la transición, con pusilánimes y cobardes de ayer y hoy que reescribirán sus biografías, con gente honesta que permanece en Cuba y se acomoda como puede a la dictadura y con gente que pretende vivir del anticastrismo, como quien vive de una herencia que en verdad no le corresponde.
Será divertido leer esas notas al pie de los libros futuros, como algún sobreviviente de la Guerra Civil sonreirá cuando lea alguna de las notas que ya acabo.
Update:
Hoy en Italia, un Obama con «If you cook like you walk… me como hasta la raspita»
SuperSarko observa, pícaro.