La editorial Melusina acaba de publicar Historia del automóvil, de Ilya Ehrenburg, y en mi traducción.
El texto es parte de Crónicas de nuestro tiempo, un proyecto que ocupó a Ehrenburg durante sus años de emigrado en Berlín y París, a finales de los años veinte del siglo XX. Otro libro desgajado de ese proyecto, La fábrica de sueños, apareció en la propia Melusina el pasado abril. Entonces comenté aquí sobre el autor e inserté un fragmento de aquel libro, rotundamente magnífico.
Si en La fábrica de sueños Ehrenburg se ocupaba de historiar el surgimiento y la consolidación de la industria del cine, Historia del automóvil describe la extraordinaria aventura de la velocidad, la de la cadena de montaje y la de la carretera. Doble mutación de la relación del obrero con la máquina y del hombre con el paisaje.
Más abajo, por cortesía de la editorial Melusina, inserto un fragmento. Automóviles producidos contra dedos cercenados: una ecuación más de la industria.
Historia del automóvil en Melusina, La Central, Laie…
Historia del automóvil
(fragmento)
Por Ilya Ehrenburg
El Sr. Citroën dona un magnífico automóvil al joven que obtiene los mejores resultados en los exámenes finales de bachillerato. El Sr. Citroën hace instalar en las carreteras 150.000 postes con su nombre estampado. El Sr. Citroën vende 400.000 automóviles de juguete. El Sr. Citroën participa en todas las exhibiciones habidas y por haber: en Marruecos y en Perú, en España y en Australia. Coste y Le Brie sobrevolaron el océano. Están en Montevideo. ¿A quién van a visitar en primer lugar? Pues, naturalmente, al representante de Citroën. Viajan a París los legionarios británicos. El Sr. Citroën les envía de inmediato toda una flotilla de automóviles. Los agentes de venta de Citroën se entrevistan con el Sr. Tardieu y el Sr. Decobra. También con los señores Sacha Guitry y Pierre Mille. Cada día, los periódicos traen toda suerte de noticias sensacionales: Citroën propone iluminar la Plaza de la Concordia, Citroën organiza una nueva expedición al Tibet, Citroën duplica la producción de sus fábricas. Citroën… Citroën… Citroën… A ras del suelo, París; a ras del suelo, los diputados y escritores, el Louvre y la tumba de Napoleón; a ras del suelo, el azulado polvo de los museos. Encima, sobre todo ello, la torre Eiffel. Los surrealistas están enamorados de ella. Y pronto la condecorarán con una medalla de guerra. Es la más orgullosa de todas las parisinas. Supera en estatura a Nôtre-Dame y a la célebre Fedra de Racine. Y en ella refulgen siete letras fatales: «C-I-T-R-O-Ë-N». ¡Daos prisa, antes de que se os haga tarde!
Al Sr. Citroën le encanta apabullar al público con sus cifras. Los números son siempre misteriosos, a la vez que patéticos. Él insiste una y otra vez: nuestras fábricas ocupan 70 hectáreas de terreno. La fuerza de nuestras máquinas alcanza los 46.000 caballos de fuerza. A fecha del 31 de diciembre de 1931, hemos producido 319.074 automóviles. Ahora ya somos capaces de producir 1000 vehículos diarios.
El Sr. Citroën cuenta muchas cosas. Pero también se guarda unas cuantas. Así, por ejemplo, en los folletos no se explica que la ganancia neta de las fábricas de la Citroën durante el primer semestre de 1928 fue de 106.000.000 de francos. No es información que interese a los compradores de automóviles. Interesa sólo a los accionistas. De ello se escribe en las secciones de finanzas de los diarios más respetables. Pero hay otras cifras que no interesan ni a los compradores ni a los especuladores bursátiles, aun cuando son tan misteriosas y patéticas como el dato acerca de las hectáreas que ocupan fábricas y talleres de la Citroën. Por ejemplo, la información acerca de que en una de esas fábricas –concretamente en la que está ubicada en Saint-Ouen–, se han registrado 1.200 accidentes laborales en apenas nueve meses de trabajo.
En Saint-Ouen están los talleres de estampado. Y allí están instaladas las faraónicas prensas que son el orgullo del Sr. Citroën. Pero además de las prensas, en los talleres hay obreros y un segundero que cuenta el avance del tiempo. Veamos el informe correspondiente a un sólo mes:
El 7 de septiembre un obrero perdió un dedo. El día 10, una mujer perdió tres dedos y un obrero perdió la mano. Ese mismo día, otra obrera perdió tres dedos. El día 11, dos dedos quedaron bajo las prensas y la sierra de corte continuo cercenó una mano. El día 26, otro dedo se quedó en la prensa. El día 5 de octubre fueron dos los dedos aplastados. El siguiente, día 6, fue una jornada redonda: un obrero perdió tres dedos; otro, perdió cuatro. Y un tercero se dejó la mano entera en el taller.
Así, se podría añadir más información a los folletos. Se podría hacer constar, por ejemplo, que en una de las fábricas de la Citroën a lo largo de un mes se producen 12.000 automóviles, se generan 18.000.000 francos de beneficio neto y se arrancan 34 dedos.
Tomado de Ilya Ehrenburg, Historia del automóvil, Melusina, Barcelona, 2008, 256 pp.
Traducción de Jorge Ferrer