Newsmap, de Marcos Weskamp. Poema vivo, espero con ansias su desparrame luctuoso el día que muera Ubú.
La temporada de Ubú, de Lázaro Barredo y poetas asociados.
IWM 2007, de IPligence.
UPDATE:
Sobre “Error humano”, episodio de House, M.D., anoche en FOX.
Por Ariana Hernández-Reguant, desde San Diego, California.
La información que dio FOX, según la comentabas ayer en el blog, no tiene nada que ver con lo que se ha visto. Dejando a un lado que la serie es insufrible, todos la cagan de mala manera y nadie da pie con bola, con el resultado de que, básicamente, acaban matando a la cubana.
Más que contradecir el documental de Michael Moore, lo que hacen es confirmarlo. La moraleja: si estás enfermo y te meten mano en un hospital norteamericano, lo único que se puede hacer es encomendarse al «Altísimo», que es precisamente lo que hacen tanto los cubanos como el Dr. House.
Es gracias a las plegarias que la cubana resucita. Antes la matan, o más bien la dejan morir por incompetencia, algo que en Cuba no hubiera sucedido, porque estos eran balseros que viajaban en alta mar con su completo historial médico, toda vez que, como dice House, «si algo sabe hacer Castro es formar médicos».
Al rescatarlos en medio de una tormenta atroz, los náufragos se quejan de sus problemas de salud, a lo que los brutos de los guardacostas replican que si tan pachuchos estaban ¿por qué no se quedaron en su casa? Esos mismos socorristas les impiden subir a bordo la elefantiásica historia clínica, con lo que la enfermedad de la náufraga resulta un misterio.
Sí es cierto que los guardacostas acceden a llevar a la pareja (ambos blancos: él de ojos azules, una especie de Che Guevara güerito) ante el Dr. House, como también lo es que el susodicho prefiere tocar la guitarra e ignorarlos. A partir de ahí es un desaguisado tras otro, hasta que como digo, la mujer muere.
Pero la fe mueve montañas y las plegarias la devuelven a la vida. Y ahí por fin los médicos yanquis se ponen las pilas y averiguan lo que tiene (una malformación congénita de una vena, según creo haber entendido) y finalmente la curan, al menos por un rato.
Así que la enferma revive, pregunta si está en el cielo y le dicen que no, que en Nueva Jersey, mientras el Dr. House y el marido se solazan en el propio cuarto de la enferma fumando sendos cigarros «auténticos norteamericanos» y brindando con ron, dejando la estancia contaminada de un humo casi impenetrable (hay que recordar que la convaleciente padece del corazón).
Más tarde, el Dr. House se va a su casa, sus asistentes presentan cartas de dimisión debido a que nada funciona, y él se queda practicando con su nueva guitarra, porque como él mismo dice, lo que le pase a la enferma le importa un carajo.
Conclusión: el episodio final de esta serie muestra un sistema médico norteamericano totalmente patético, incapaz, e inhumano, con unos médicos egocéntricos y perezosos. Ponerse en sus manos es morir. Ponerse en las de dios, resucitar.