Mi barrio en Barcelona conoció un momento de júbilo esta tarde cuando Río de Janeiro fue declarada sede de los Juegos olímpicos de 2016. Grupos de jóvenes hicieron estallar petardos en las plazas. Las celebraciones, sus ecos me llegaban desde la calle, se prolongaron durante una media hora.
No se trata de que mi barrio, Gràcia, acoja a muchos brasileños, aunque algunos hay y hasta restaurante. Pero en cualquier caso no fueron ellos quienes armaron el jolgorio, probablemente porque a esa hora trabajaban.
Los del festejo eran jóvenes independentistas catalanes que festejaban no la victoria de Río de Janeiro, ciudad que les importa un pito, sino la derrota de Madrid, metrópoli que odian con ese odio imbécil que comparten los amantes despechados y los patriotas adolescentes. Antes ya corría por los foros el lema que eligieron para hoy: «Catalans for Chicago».
No sé si en el AVUI, diario nacionalista, quisieron aguarles la fiesta a esos pocos cuando titularon así minutos después de hecha pública la sede:
Río para 2106, anotaron. Más bien me inclino a pensar que también esa redacción era una fiesta cuando se desvaneció el sueño de Madrid, los madrileños y tantos españoles.
De contra:
Dicho lo cual, manifiesto mi enorme alegría porque Río de Janeiro y América del Sur acojan unos Juegos Olímpicos. ¡Felicidades a los cariocas!