Habrá sido por mitosis. No veo otra. Tiene que haber sido a partir de una célula mitótica primigenia que eso que llaman revolución creó su ejército de militantes, cederistas, delatores, brigadistas de respuesta rápida, uneacistas, camilitos, esbirros… No puede haber sido sólo mediante la coerción o la educación revolucionarias. Ni mero azar, ni plan maquiavélico.
Sistema tan perfecto tiene que deber su suerte a la espontánea y metastática proyección de una potencia de la naturaleza. Es cosa de la biología y no de la enseñanza. El «hombre nuevo», el clon ideológico, el replicante que se replica sin replicar, habrá comenzado un buen día a subdividirse a partir de una primera célula.
Tal vez ya no sepamos cuál fue el origen de la anomalía. Si algún estudiante mamporrero en la década de los cuarenta, un «alfabetizador» o un ignoto soldadito de la «lucha contra bandidos»…
O tal vez todo sea aún más sencillo: estaba un Juan cualquiera dándose sillón un día en su portal y de pronto le crujieron los huesos, se le estiraron los tendones, se anchó el Juan, partiéndose y duplicándose, y surgieron dos Juanes idénticos –el segundo sin sillón, así que salió a expropiárselo a alguien.
Un golpe mitótico y, ¡zas!, dos cubanos listos para llevar adelante la obra de la revolución por los siglos de los siglos, en Cuba o el exilio.
Y así sucesivamente, mitosis a mitosis. Tiene que ser eso…